El Apartheid y la Desigualdad Social en Sudáfrica: Un problema que no ha terminado aún
- Círculo de Derechos Humanos - UNMSM
- 24 jul 2021
- 9 Min. de lectura
Josseline Pierina Mayhuasca Acevedo
Miembro principal del Círculo de Derechos Humanos - UNMSM
«No es suficiente eliminar la palabra “apartheid” de la memoria del pueblo sudafricano, no es suficiente quitar los letreros que digan “solo para gente blanca” si en la realidad las desigualdades sociales no parecen cambiar».
I. Introducción
El colonialismo era un sistema político y económico mediante el cual un país conquistaba a otro para explotar sus recursos. Al igual que otros territorios africanos, Sudáfrica fue colonizada por varios países europeos. Primero con la llegada de los portugueses, que en el siglo XIV querían establecer rutas comerciales con la India. Del s. XVII al XVIII, con los holandeses que establecieron una colonia en la actual Ciudad del Cabo, capital de Sudáfrica. Los últimos en llegar fueron los británicos. A partir del s. XIX se enfrentaron con los afrikáneres, los descendientes de los colonos holandeses. Los británicos ganaron la guerra y firmaron un tratado de paz con los afrikáneres. Aquel acuerdo ya era discriminatorio para la población negra porque les prohibía votar y participar en las elecciones, aunque la mayor parte de la población era negra.[1]
Los descendientes de los británicos gobernaron en Sudáfrica hasta la llegada del Partido Nacional Afrikáner en 1948. Una parte del partido apoyaba las políticas del nazismo y la supremacía de la minoría blanca. Fue por este motivo que se aprobaron 317 leyes para legalizar el racismo hacia cualquier persona que no perteneciera a la minoría blanca. Así empezó el sistema de segregación racial sudafricano, conocido como ‘apartheid’, que en la lengua afrikáans significa “separación”.[2]
También, se debe dejar en claro que el apartheid hace parte del sistema capitalista global, sumado a sus antecedentes coloniales, en tanto debe ser entendido como un modelo que ha servido para la explotación de seres humanos y se ha valido de prácticas racistas, que en ocasiones impulsaron el exterminio de un número significativo de nativos del sur de África. Podemos evidenciar claramente que el apartheid se conecta con el modelo económico europeo que estaba vigente en África desde el siglo XVI, el capitalismo, y lo que se ha venido haciendo son ajustes a ese modelo y como consecuencia ha ido cambiando de nombre.[3]
Según Cooper, el régimen del apartheid era pragmático y sofisticado, y en la época en que los últimos gobiernos coloniales e independientes en otras partes de África se esforzaban con resultados mixtos, para lograr el “desarrollo”, presidía la industrialización más completa de cualquier economía africana, produciendo gran riqueza y un estándar europeo de la vida para su población blanca. Es claro que el apartheid es un modelo que sirve a los intereses del capitalismo global, hoy conectado con el neoliberalismo. Una élite europea se valió de una estructura armamentística potente, para someter a los africanos y así obligarlos a trabajar como esclavos, fue de esa forma que explotaron y robaron los recursos naturales de esa parte del mundo.[4]
II. Lo que significó el apartheid y algunas de sus políticas
El apartheid fue un conjunto de leyes que establecían un sistema desigual y que discriminaba a la población negra e india de Sudáfrica durante gran parte del siglo pasado. Este sistema político fue impulsado por los descendientes de los colonos europeos, que querían mantener sus privilegios frente a la población nativa. El régimen se aplicó desde 1948 hasta principios de 1990.
Bajo el régimen del apartheid, los negros no podían votar, debían vivir en zonas alejadas de los blancos, llamadas “bantustanes”, cobraban menos que ellos por el mismo trabajo y, si iban al colegio, debían ir a centros separados con un pésimo nivel educativo. A diferencia de los ciudadanos que pertenecían a la minoría blanca que sí eran considerados como “ciudadanos”. Además, la segregación era tan extrema que blancos y negros no podían ser pareja o casarse, utilizar el mismo baño público, ir en el mismo autobús, ni bañarse en las mismas playas, entre muchas otras restricciones.[5]
Los sudafricanos negros han tenido que padecer un sinnúmero de barreras, las cuales les han quitado movilidad social en sus propios territorios. Al respecto, Hinds señala que a los africanos se les prohibió legalmente ingresar a las ciudades sin la documentación adecuada. El hogar nacional de los africanos estaría en las tierras de reserva. Los africanos en las zonas urbanas debían ser ciudadanos migratorios, y los sindicatos negros fueron prohibidos. Los sudafricanos y sudafricanas padecían de un modelo racista que los obligaba acceder a los empleos más precarios, con muy baja remuneración. La mayoría de la población negra no tenía acceso tampoco a servicios básicos como agua, electricidad y centros de salud, pero las familias blancas si tenían agua, los grandes hoteles también.[6]
III. El papel fundamental de los movimientos civiles contra el Apartheid
Los movimientos civiles en África jugaron un papel preponderante para eliminar al apartheid. Es fundamental recordar que Nelson Mandela no ha sido el único en la lucha contra el apartheid, a su lado estuvo quien fuera su esposa Winnie Madikizela. Al respecto, Skinner sostiene que durante la Segunda Guerra Mundial, el Congreso Nacional Africano (CNA) fue dirigido por Alfred Xuma, un médico con títulos de los Estados Unidos, Escocia e Inglaterra. Xuma y el CNA pidieron derechos políticos universales. En 1943, Xuma presentó al Primer Ministro las “Reclamaciones de los africanos en Sudáfrica”, un documento que exigía la plena ciudadanía, la distribución justa de la tierra, la igualdad de remuneración por igual trabajo y la abolición de la segregación.[7]
De igual forma, los jóvenes también han tenido una participación activa y decisiva. En 1944, una joven facción del CNA liderada por Anton Lembede, incluyendo a Nelson Mandela formó la Liga Juvenil del CNA, con propósitos declarados para el fortalecimiento de una organización nacional africana y el desarrollo de protestas populares enérgicas contra la segregación y la discriminación. Thörn señala otras organizaciones antiapartheid en las universidades, como la organización BCM, el Movimiento de la Conciencia Negra, conocida también como la Organización de Estudiantes Sudafricanos, fundada por estudiantes negros. Muchas de estas organizaciones e incluso el mismo Steve Biko, uno de los grandes líderes que ha tenido África, tendrían de inspiración a Frantz Fanon y al Movimiento de las Panteras Negras que luchaba contra la opresión en Estados Unidos.[8]
Hubo más de 300 huelgas de africanos entre 1939 y 1945, a pesar de que las huelgas eran ilegales durante la guerra. Es clave destacar también el papel de la teología negra y la liberación del oprimido, uno de sus líderes fue Trevor Huddleston. Pero las protestas contra el apartheid no solo fueron locales, éstas cruzaron las fronteras. De acuerdo con Thörn, se creó una organización global denominada el IDAF, (Fondo Internacional de Defensa y Ayuda), fundado en 1965. Más que ninguna otra organización, desarrolló una base internacional. Además, muchos cantantes se sumaron a las protestas, entre ellas, Miriam Makeba.[9]
IV. El ”fin” del apartheid
Al principio, Nelson Mandela y sus compañeros del CNA utilizaron tácticas no violentas, como huelgas y manifestaciones, para protestar contra el apartheid, por su inspiración en Mahatma Ghandi y la desobediencia civil. En 1952, Mandela contribuyó a la intensificación de la lucha como líder de la Campaña de Desafío, que instaba a los participantes negros a incumplir las leyes activamente. Más de 8000 personas, Mandela entre ella, fueron encarceladas por violar los toques de queda, negarse a portar los documentos de identidad y otras faltas.[10]
Después de ser absuelto en 1961 y tras vivir en la clandestinidad durante 17 meses, Mandela empezó a creer que la resistencia armada era la única forma de poner fin al apartheid. En 1962, abandonó brevemente el país para recibir entrenamiento militar y recabar apoyo para la causa, pero fue detenido y condenado poco tras su regreso por salir del país sin permiso. Mientras estaba en la cárcel, la policía descubrió documentos relacionados con el plan de guerrilla de Mandela. Sus aliados y él fueron acusados de sabotaje.
Mandela y los otros acusados sabían que iban a condenarlos y ejecutarlos. Así que convirtieron su juicio en una declaración y publicitaron su lucha contra el apartheid, desafiando el sistema legal que oprimía a los sudafricanos negros. Cuando llegó el turno de Mandela de hablar en nombre de la defensa, dio un discurso de cuatro horas: “La falta de dignidad humana que han sufrido los africanos es el resultado directo de la política del supremacismo blanco”, dijo. “Nuestra batalla es realmente una batalla nacional. Es una batalla de la gente africana, inspirada por sus propios sufrimientos y su propia experiencia. Es una batalla por el derecho a vivir» y «si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”, expresó.[11]
Mandela no fue sentenciado a muerte, pero en 1964 lo condenaron a cadena perpetua. Le ofrecieron oportunidades de abandonar la cárcel a cambio de garantizar que el CNA abandonaría la violencia, pero las rechazó. En sus 27 años de reclusión, Mandela se convirtió en el prisionero político más famoso del mundo. Sus partidarios hicieron campaña por su liberación y las noticias de su encarcelamiento movilizaron a activistas antiapartheid de todo el mundo.
En 1990, ante la presión internacional y la amenaza de la guerra civil, el nuevo presidente de Sudáfrica F.W. de Klerk se comprometió a poner fin al apartheid y liberar a Mandela. El apartheid no terminó inmediatamente después de la liberación de Mandela. Mandela, que ahora tenía 71 años, negoció con de Klerk para redactar una nueva constitución. El apartheid se derogó en 1991 y en 1994 el CNA, ahora un partido político, ganó unas elecciones democráticas y pacíficas. Nelson Mandela se convirtió en el nuevo presidente de Sudáfrica.[12]
V. Situación de Sudáfrica en la actualidad
La economía sudafricana es la más industrializada de África, con industrias que van desde la agricultura, los servicios financieros, el comercio, el turismo y un sector informal robusto, valorado en millones de dólares. Pero a pesar de su posición económica, el país también es hogar de una gran desigualdad, legado de su historia de segregación racial.[13] La brecha social es enorme: en sus principales ciudades se extienden los rascacielos y las mansiones de paredes altas son un recordatorio de la riqueza de la que disfrutan algunos, mientras que en las periferias, miles de chozas compiten por el espacio. La pobreza y el desempleo permanecen como uno de los grandes retos del país. Un alta proporción de sudafricanos negros han vivido en la pobreza históricamente, en comparación con los sudafricanos blancos y de origen asiático.[14]
Sobre la situación de las mujeres sudafricanas, son ellas la población que más sufre de diversas formas de violencia como el abuso físico y sexual es una de las manifestaciones más frecuentes de violencia en Sudáfrica. El ministerio de Policía, Bheki Cele, informó de casi 9000 casos de violación entre julio y septiembre del 2020. Muchos investigadores han postulado que las tasas reales pueden ser mucho más altas que las evaluaciones oficiales. Al revisar datos sobre violencia contra la mujer por regiones encontramos que la violencia física informada varió entre un mínimo del 14% en KwaZulu-Natal y un 32% en el Cabo Oriental. Hubo variaciones en la experiencia de violencia sexual por área geográfica, desde un mínimo del 3.1% en KwaZulu-Natal hasta un 11.8% en regiones del noroeste sudafricano. El porcentaje de mujeres que reportaron violencia sexual por parte de una pareja íntima mostró una menor variación según el estado laboral. Un 8% de las mujeres empleadas versus 5.1% en mujeres desempleadas. Por nivel de educación, un 4.7% para mujeres sin educación formal y con más del nivel secundario completado. Estas cifras muestran claramente que no importa el estatus que tenga la mujer en la sociedad, está siempre va a estar expuesta a diversas formas de violencia y abusos.[15]
VI. Conclusiones
La población sudafricana logró derrotar al apartheid hace 30 años, pero continúa sin poder eliminar sus consecuencias. Considero que el final genuino del apartheid solo tendrá lugar cuando se rompa esta estructura racista que lo hizo posible y su relación inseparable con el pasado colonial. Lastimosamente, aún podemos evidenciar la pobreza que azota a Sudáfrica, las múltiples formas de violencia contra las poblaciones vulnerables, la carencia de centros de salud y pocas posibilidades para una mayoría negra de acceder a instituciones educativas, que permitan a los jóvenes superar las desigualdades que creó el apartheid. No es suficiente eliminar la palabra “apartheid” de la memoria del pueblo sudafricano, no es suficiente quitar los letreros que digan “solo para gente blanca” si en la realidad las desigualdades sociales no parecen cambiar.
[1] Jesús Carabalí, El Apartheid y la opresión racial en Sudáfrica; aún no se ha pasado la página. ResearchGate. 2020. Recuperado de https://www.researchgate.net/publication/340789585_El_Apartheid_y_la_opresion_racial_en_Sudafrica_aun_no_se_ha_pasado_la_pagina
[2] Ibid.
[3] Ibid.
[4] Frederick Cooper, Africa Since 1940 The Past of the Present. New York: Cambridge University Press, 2002.
[5] Laia Ros, ¿Qué era el ‘apartheid’?. La Vanguardia. 2019. Recuperado de https://www.lavanguardia.com/vida/junior-report/20190503/462004443147/que-era-el-apartheid.html
[6] Lennox Hinds, Apartheid in South Africa and the Universal Declaration of Human Rights. Crime and Social Justice. s/e. 1985.
[7] Robert Skinner, The dynamics of anti-apartheid: international solidarity, human rights and decolonization. Britain, France and the Decolonization of Africa: Future Imperfect. London: UCL Press, (p. 111-130), 2017.
[8] Håkan Thörn, Anti-Apartheid and the Emergence of a Global Civil Society. Oxford: Department of Sociology Göteborg University, 2004.
[9] Ibid.
[10] Erin Blakemore, Nelson Mandela luchó contra el apartheid, pero su trabajo no ha terminado. Revista National Geographic. 2020. Recuperado de https://www.nationalgeographic.es/historia/2020/07/nelson-mandela-lucho-contra-el-apartheid-pero-su-trabajo-no-ha-terminado
[11] Ibid.
[12] Ibid.
[13] Daniela Blandón, Sudáfrica: qué se ha logrado y qué no en 25 años de democracia. Revista France24. 2019. Recuperado de https://www.france24.com/es/20190427-sudafrica-apartheid-democracia-mandela-elecciones
[14] Pumza Fihlani y Dominic Bailei, 7 gráficos que muestran cómo cambió Sudáfrica 25 años después del final del apartheid. BBC News. 2019. Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-48187011
[15] Hassan Isilow, El miedo de las mujeres en Sudáfrica al abuso. Anadolu Agency. 2020. Recuperado de https://www.aa.com.tr/es/mundo/el-miedo-de-las-mujeres-en-sud%C3%A1frica-al-abuso-/2054800

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