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La migración venezolana y los derechos humanos: piezas en el tablero geopolítico

Foto del escritor: Círculo de Derechos Humanos - UNMSMCírculo de Derechos Humanos - UNMSM

Renzo Aldair Juipa Peña

Miembro aspirante del Círculo de Derechos Humanos - UNMSM



Introducción

La crisis económica-política venezolana obligó a millones de ciudadanos de dicho país, a mediados del 2015, a emigrar a distintos países de la región. Configurando uno de los mayores éxodos sociales de los últimos tiempos, solo comparables a las crisis sociales en medio oriente. En ese sentido, los foráneos venezolanos en esta difícil situación, fueron objeto de discriminación, xenofobia y estigmatización que vulneró muchos de sus derechos como personas y el artículo que los protege especialmente como migrantes señalado en el número 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país” [1].


No obstante, las piezas políticas que se juegan a un plano internacional, ya sean a favor o en contra del gobierno de Nicolás Maduro, sindicado políticamente como el principal responsable de la problemática venezolana, más que ayudar o proteger los derechos vulnerados de los migrantes; se ha utilizado por otros países o bloques con el objetivo de completar sus fines electorales, crear una piedra en el zapato de su oponente político o la actitud orientada por determinados marcapasos ideológicos. Todo esto, agrava la situación humanitaria de millones de migrantes venezolanos que a duras penas están asentados en diversos países y no soluciona realmente sus exigencias y tienen que sufrir las consecuencias del vaivén político internacional.


El panorama geopolítico respecto a la crisis migratoria venezolana se configuraba de la siguiente manera: Los EE.UU de la mano de su entonces presidente Donald Trump como los principales opositores al gobierno chavista y promotores de diversas coaliciones que tienen el objetivo de derribar el actual gobierno de Nicolás Maduro como salida a la crisis. Luego, están las figuras de China y Rusia que apoyan directa e indirectamente al estado venezolano y finalmente de la mano de los derechos humanos y la democracia, el protagonismo de la Unión Europea (UE) que busca una salida a través del diálogo y la paz para la intrincada situación. Las idas y venidas de estos bloques, sumado al difícil clima económico y político dentro de Venezuela; no ha permitido la concreción de una mejora a la situación y ha dejado en el olvido a millones de migrantes que sufren en los países donde se asientan, esto acrecentado aún más por el COVID-19.


I. Crisis económica-política en Venezuela y sus consecuencias

Debido al alza del precio del petróleo el país de Venezuela, previo al 2015 y bajo el liderazgo de Hugo Chávez, se convirtió en la figura preponderante de oposición y equilibrio a los Estados Unidos y su influencia. De la mano del ALBA, Mercosur y otros procesos de integración económicos y políticos, se pudo mantener cierta hegemonía regional junto a los gobiernos progresistas que en ese momento pululaban en la mayúscula América. Pero tras la caída del precio internacional del petróleo y el fenecimiento del líder chavista, la nación bolivariana se ha sumido en la inestabilidad que ha tenido su punto más álgido con la emigración masiva que según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) existen por lo menos, para el 2018, 2,6 millones de venezolanos afincados en el exterior.


Esto se ha visto agravado ante las sanciones de índole económico que aplica los EE.UU para presionar al gobierno, pero que realmente golpea con más fuerza a los ciudadanos venezolanos obligándolos a emigrar en mayor medida; en ese sentido Jorge Alexander Forero-Coronel, interpretaba lo siguiente: “El flujo migratorio de venezolanos de la actualidad, se ha convertido en una herramienta política de gobiernos de la región (en particular de los integrados al Grupo de Lima), que trasciende las contradicciones entre modelos de gobernabilidad; y económica (...)” [2].


En suma, las dificultades económicas y políticas venezolanas que ha envuelto en la falta de alimentos y medicinas a su población, es agravada al imponer sanciones de índole económico que afectan directamente a la ciudadanía. Lo que convierte a Venezuela en un instrumento geopolítico en el tablero mundial; pues lo que antaño fueron Vietnam o Afganistán donde las potencias se disputaban su influencia en medio de un baño de sangre, hoy sucede lo mismo pero con una crisis alimentaria, una inflación galopante y el acoso político internacional al gobierno venezolano. Esto se trasluce también con las muestras de rechazo y estigmatización en los países donde se asientan los migrantes venezolanos.


Y así, el desgaste mediático y político a nivel internacional contra Venezuela, sea con buenas intenciones o no, lejos de debilitar al aparato de estado venezolano, agrava la situación de vida de millones de venezolanos y los obliga a migrar. Prueba de ello es el caso del ex-presidente Trump, quien como mencionan Carlos Malamud y Rogelio Núñez, ha utilizado la crisis venezolana en sus intereses políticos, porque “Allí ha encontrado un discurso alternativo para dirigir a su base electoral, y para captar y reencantar al votante de estados clave con vistas a 2020. Es el caso de Florida, donde el histórico votante anticastrista convive ahora con la oleada de emigrados venezolanos antichavistas” [3]. De tal forma, la situación de millones de venezolanos se vió agravada por el advenimiento de la pandemia mundial, que ha dificultado aún más su estancia en los distintos países, llegando incluso, a plantearse regresar al país de origen en vista de las deficiencias sanitarias, económicas y de pobreza que sufren.


II. La geopolítica en el proceso de crisis venezolano

La importancia de Venezuela en el tablero mundial, no solamente es por sus cuantiosos recursos económicos, como el petróleo y minerales ricos en su territorio. También está el símbolo que representa de oposición al bloque económico del norte, y la capacidad que tiene de poder influenciar a otros países menores y esto en la medida de socavar la influencia política y económica de los Estados Unidos, como su principal oponente. En ese juego de poder internacional, también participan las potencias emergentes como Rusia y China, que en el afán de expandir su influencia a América Latina y socavar la hegemonía norteamericana, prestan su apoyo financiero y diplomático al estado venezolano. Además del conjunto de países americanos “antiimperialistas” como Cuba, Nicaragua y Bolivia que también prestan apoyo a Venezuela. Malamud y Núñez esbozan este intrincado ambiente: “El papel de China y Rusia en la crisis venezolana es muy diferente. La reacción de China ha sido mucho más sutil y comedida que la de Rusia. El gobierno de Putin busca continuada y persistentemente chocar con Washington, obstaculizar su liderazgo y desgastar a las diferentes Administraciones que ocupan la Casa Blanca” [4].


Y por supuesto, el bloque liderado por Washington, denominado “El grupo de Lima”, que son una especie de gobiernos de centro-derecha, que han alineado sus posiciones en atacar políticamente al estado venezolano al considerarlo una “dictadura” y tomado medidas diplomáticas, económicas y políticas. Esto no ha tenido buenos resultados ya que, lejos de propiciar la caída de Nicolás Maduro, ha afectado gravemente a la población venezolana. Por ejemplo, se ha instigado a que millones de venezolanos abandonen su patria prometiéndoles nacionalidad, salud y educación en países como el Perú donde el estado tiene grandes problemas incluso para garantizar estos servicios sobre su propia población. Sin embargo, la geopolítica instrumental se valió de estos recursos para desprestigiar al gobierno venezolano sin que esto tenga una mejora en la calidad de vida del pueblo venezolano o ayude en su difícil momento de migración. Los únicos dos países americanos que actuaron de manera responsable como mencionan Malamud y Núñez fueron “(...) México y Uruguay, atendiendo el llamado de Antonio Guterres, secretario general de la ONU, coincidieron en que la única vía para abordar la compleja situación que prevalece en Venezuela es el diálogo para la negociación, desde una perspectiva de respeto al derecho internacional y a los derechos humanos” [5]. Sin embargo, poca repercusión tuvo y los intereses internacionales prosiguieron con las movidas de sus fichas en desmedro de los migrantes venezolanos.


Y durante el periodo de pandemia, los millones de ciudadanos asentados en países como Perú, Ecuador, Chile y Colombia, vivieron un calvario al no poder solventar espacios de vivienda, comida y otras necesidades. Por lo tanto, en extrema urgencia miles se lanzaron a volver a Venezuela, en vista de que los países donde se les había prometido un mejor trato y calidad de vida que en Venezuela, no podían ni siquiera garantizar lo mínimo para su población. Álvarez y Phélan recopilaron testimonios de la situación crítica que tuvieron que vivir los migrantes venezolanos en el contexto de pandemia, como:


"La mayoría de los migrantes que estamos acá vivimos del día a día. Yo trabajaba en un restaurante antes de la cuarentena y me botaron. Ahí ganaba salario mínimo…eso generó un problema porque estuvimos cuatro días sin agua. Aquí están nueve niños, dos mujeres embarazadas y una persona de la tercera edad. Tuvimos que llamar a la Defensoría del Pueblo y a la Policía para resolver la situación" [6]


Y también:


"No puedo seguir viviendo así. En Venezuela al menos conozco a la gente, tengo una red de apoyo más grande y prefiero estar allá que pasando trabajo acá. No sé en qué momento al hijo de la señora le da la locura y me bota con todo y ropa" [7]


Y tantos otros casos donde tuvieron que sufrir además de las carencias, el rechazo y la generalización ante algunos elementos delictivos. En esta dura situación, el gobierno venezolano presentó el “Plan vuelta a la Patria” que constaba de viajes gratuitos de regreso a Venezuela, lo que sin duda, fue deficiente dado que miles de venezolanos que abarrotaron las embajadas no pudieron abordar los aviones. Mientras la pugna política en Venezuela se mantenía igual; posteriormente Guaidó se autoproclamó como presidente interino, las medidas contra Venezuela se recrudecieron, sin que esto realmente signifique una salida a la crisis o el apoyo a los millones de migrantes venezolanos.


III. La búsqueda de una salida a la crisis

La Corte Interamericana de Derechos humanos en su 168º periodo de sesiones, trató el tema de la movilización migratoria venezolana en el marco de los derechos humanos, donde se reunieron los representantes de varios países americanos, quienes trataron las problemáticas en torno a: Las fronteras y la dinámica de los migrantes, los permisos concedidos, la asimétrica respuesta de los países de la región a la problemática entre otros. El Perú también presentó su postura en vista de ser quizás el país con mayor número de migrantes venezolanos, este cuenta con apartados que explican las problemáticas a nivel educativo, laboral, sanitario,etc. Que explican a mayor detalle la problemática [8] y a la vez que se proponen soluciones


Pero además, hace falta una solidaridad regional que más allá de las desavenencias ideológicas puedan ayudar a estabilizar el país venezolano y no aprovecharla para desgastar políticamente. Porque en última instancia, el afectado no es la cúpula de Nicolás Maduro que tiene el apoyo de las fuerzas militares y un importante sector de su población, sino los millones de venezolanos que están expuestos a todo tipo de vejámenes en su diáspora por toda América.


IV. Conclusiones

La compleja situación en Venezuela no es un hecho inédito en nuestra américa, porque desde que Bolívar previno un destino nefasto para nuestros países si no construimos un bloque sudamericano que equilibre el poderío económico del norte, hemos estado inmersos en conspiraciones, golpes de estado y dictaduras. Y el patrón siempre ha sido el mismo: pequeñas reivindicaciones nacionalistas de proyección continental que eran apagadas a sangre y fuego. Por eso mismo el proceso actual de crisis venezolano no es ajeno al lamentable historial americano, porque más allá de enrolarse en el debate de considerar a Maduro como un dictador o no, están los millones de venezolanos que pasan hambre y muchas carencias en su país que a duras penas resiste la galopante inflación y el aislamiento. Y por supuesto, los millones que se encuentran en la difícil situación de buscar un nuevo hogar entre los países hermanos, donde lamentablemente muchos de sus gobiernos ofrecieron la ayuda maliciosamente y luego se olvidaron de las promesas y dejaron en el desamparo del “eficiente mercado”.


Tal parece que la única salida, es el diálogo entre las partes involucradas y el cumplimiento de acuerdos, y no el ataque sistemático entre los distintos bloques políticos internacionales, dejar de lado los nubarrones ideológicos que caracterizan a los gobiernos y líderes de centroderecha que pretenden ver bolcheviques en todo proceso progresista. Y claro está, que en el actual contexto de pandemia, el marco de abordaje debe orientarse a defender los derechos humanos de los migrantes venezolanos ante cualquier obstáculo político. Finalmente, destacar la gran fuerza de la población venezolana de resistir los embates de distinto aspecto y a la solidaria población de nuestra mayúscula América que prestó solidariamente su apoyo material y de espíritu.

 

Referencias bibliográficas

[1] Declaración Universal de los Derechos Humanos. Artículo 13. Resolución 217 A (III). 10 Diciembre de 1948.


[2] Forero-Coronel, Jorge Alexander, ”Crisis en la frontera Colombo-Venezolana: derechos humanos, migraciones y conflicto geopolítico”. Espiral, revista de geografías y ciencias sociales(2020): 11.


[3] Calor Malamud. y Rogelio Núñez, “La crisis de Venezuela y el tablero geopolítico internacional”, Real Instituto elcano, acceso el 16 de diciembre del 2022.


[4] Ibid


[5] Ibid


[6] Osorio Álvarez y Mauricio Phélan, “ Migración venezolana. Retorno en tiempos de pandemia (Covid 19)”, Espacio Abierto, vol. 29, núm. 4, pp. 118-138, 2020


[7] Ibid


[8] Cécile Blouin y Francisco Mamani, “Documento preparatorio para audiencia temática ante la comisión interamericana de derechos humanos” IDEHPUCP, acceso el 15 de diciembre del 2022.


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