La Trata Transatlántica de Esclavos y la desafortunada herencia de opresión:
- Círculo de Derechos Humanos - UNMSM
- 26 mar 2021
- 10 Min. de lectura
Expresiones de violencia racista y derechos humanos de los afrodescendientes en Abya Yala en el siglo XXI.
Joaquín Ramírez Barreto
Miembro principal del Círculo de Derechos Humanos-UNMSM
When our pride was low Lookin' at the world like
"Where do we go, nigga?"
De Kendrick Lamar, “Alright
Introducción:
Entre 1501 y 1860, se estima que más de 15 millones de habitantes del continente africano se vieron afectados por la cruel práctica del comercio de esclavos realizada por las potencias colonizadoras a fin de procurarse mano de obra barata para sus actividades económicas. Rápidamente, la práctica esclavista dio origen a una sociedad de castas raciales, donde el negro era esclavo, propiedad, negándosele humanidad y personalidad.
En el año 1994, la antropóloga Marimba Ani popularizó el termino Maafa (“Gran tragedia” en Swahili), el cual ha sido usado en los estudios africanos modernos para referirse en primera instancia a la injusta situación de los negros comercializados y esclavizados, pero también para expresar como este antecedente ha impactado en las formas de vida a nivel intergeneracional, producto de una opresión sistemática arraigada a la superestructura occidental.
El objetivo de este breve artículo es comprender cómo de una primera gran violación a los derechos humanos, como lo es la esclavitud y el comercio de personas africanas, y a partir de su abolición, se han desarrollado otras expresiones de dominación arbitraria en la estructura cultural occidental, que igualmente constituyen una violación a los derechos humanos de las personas afroamericanas, contra las cuales se debe luchar frontalmente.
I. Definiendo la Diáspora:
Proveniente del griego antiguo, el significado inicial de la palabra diáspora guarda aún una estrecha relación con su entendimiento moderno: Una “dispersión” (generalmente, forzada) de grupos étnicos o religiosos con respecto a su territorio tradicional, su “tierra materna”[1], la cual los va a empujar a reasentarse en un nuevo lugar. Esta situación, que en sí misma representa una violación a los derechos humanos (véase, por ejemplo, el Artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos), somete a la población a una situación de extrema vulnerabilidad.[2]
Teniendo en claro que el desplazamiento y/o traslado forzado de los habitantes africanos durante los siglos XVI y XIX hacia el nuevo mundo constituyen la esencia de lo que podemos definir como la diáspora africana, es importante comprender que este concepto no se agota en el mismo fenómeno del traslado, sino que se extiende a otros dos elementos: la conformación de culturas afroamericanas y la búsqueda de la identidad más allá de la frontera.[3]
Es este último elemento uno de los que más nos importan en el presente artículo, puesto que, tal y como Izard Martinez lo va a señalar, esta necesidad de la autoexternalización al momento de construir la nueva identidad surge como “resultado de una experiencia colectiva de discriminación, subordinación y estigmatización” en las tierras de destino.[4] El traslado va a dar lugar a situaciones de humillación y violación de la dignidad de los africanos, quienes llegaran al nuevo mundo encadenados.
De esta forma, la diáspora africana como concepto explica no solo el origen formal de estas constantes violaciones a los derechos humanos de las poblaciones africanas y afrodescendientes, sino que también abarca los actos de resistencia cultural que las comunidades afroamericanas han planteado contra la dominación y asimilación a una cultura que los veía (y los sigue viendo), como inferiores frente al ideal europeísta y occidental.
Ahora, con el concepto inicial de diáspora africana bien definido, continuaremos explicando las formas de dominación originales sobre los afroamericanos.
II. El inicio. La Esclavitud
Hablar de cifras exactas para identificar a los afectados por la esclavitud y el comercio transatlántico de africanos es prácticamente imposible; las opiniones de los académicos oscilan entre los 10 y los 60 millones de secuestrados africanos, los cuales acabarían en Abya Yala, Europa, Asia o fallecidos en el trayecto. En esta sección analizaremos la situación de los afrodescendientes en Abya Yala (afroamericanos) y como la esclavitud se asentó en base a un conjunto de creencias filosóficas erróneas.
Con la colonización de Abya Yala las potencias colonizadoras se encontraron con un gran problema que les impediría continuar con sus actividades económicas, puesto que diversas situaciones habrían reducido la capacidad de los nativos indígenas para ser utilizados como mano de obra. En virtud de esto es que décadas más tarde del asentamiento español en las Antillas va a comenzar la demanda de mano de obra esclava, el cual vendría a ser traído desde el continente africano.
Este comercio humano constituyó una práctica institucionalizada y que se encontraría reforzada de forma en una ideología fuertemente racista, según la cual el negro no es humano, es una mera cosa, objeto sin alma humana, que puede tener un dueño y que, por ende, puede ser comercializado sin ningún castigo de Dios. Es en este fundamento filosófico que la esclavitud se asentó como la normalidad en Abya Yala y que dará origen al resto de vejaciones en los siglos posteriores.
La esclavitud trajo la miseria de los afrodescendientes y la negación de su identidad (mediante la separación de sus familias y sus orígenes), situaciones trágicas que incidirían en las reorganizaciones sociales, políticas y culturales de los mismos como una forma de sobrevivir al proceso de deculturación que se buscaba imponer desde el poder occidental. Es así como la conformación de estos nuevos patrones, herederos de la tradición africana, serán vistos como negativos y, por ende, condenables.
A continuación, procederé a explicar las características del racismo una vez que se instauró con la colonización de Abya Yala.
III. El fundamento. La Ideología
El racismo o discriminación racial es definido por la Organización de las Naciones Unidas como:
toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública.[5]
Considero que esta definición no constituye material suficiente para un estudio adecuado sobre la violencia y las violaciones a los derechos humanos de las que son víctimas las poblaciones afrodescendientes en Abya Yala, por lo que, recurriendo a un análisis desde las ciencias sociales, es pertinente la definición que nos brinda Amanda Pop al respecto:
el racismo es una manifestación de enajenación y se practica con la complicidad del silencio y la impunidad legalizada, se fundamenta en la ilusión de ser más que el otro y en el poder de dominación se oculta, se matiza, se soslaya o se niega para perpetuarlo.[6] (el subrayado es mío)
De esta visión cargada de significado con respecto al impacto del racismo podemos desprender dos ideas base sobre las cuales trabajar:
El racismo se manifiesta en la impunidad y la complicidad frente a la violencia
El racismo se establece bajo el manto de una dominación formal para su “normalización”
Al respecto, es apropiado decir que el racismo como práctica de dominación se da en ambientes en los que la misma se encuentra institucionalizada, o en su defecto, íntimamente ligada a la estructura ideológica de las instituciones sociales involucradas de forma directa o indirecta en actos de violencia en razón de la raza. Es así como nos damos cuenta de que la existencia de racismo no se puede desprender de un caso individual de violencia, sino de todo un marco que avala y es ciego frente al mismo.
Una vez aclarado esto, es importante formularnos una serie de preguntas que nos servirán para la comprensión de la situación de los afrodescendientes en Abya Yala: ¿Qué tan interiorizados tenemos los estereotipos raciales en nuestra vida cotidiana? ¿Cómo cambian nuestras actitudes de la vida cotidiana cuando estamos frente a algún producto cultural occidental y cuando estamos frente a un producto cultural afro?
IV. El hoy. La Dominación
Es evidente (obvio, para ser exactos) que desde la abolición de la esclavitud y el otorgamiento de derechos civiles a la población afrodescendiente en Abya Yala, la situación de los mismos ha tenido una constante mejoría material, ¿Pero esta mejoría provino de un cambio esencial y fuerte con respecto a la visión que la sociedad (o determinadas instituciones de la misma) maneja alrededor del grupo? La respuesta a esta cuestión se encuentra en las preguntas planteadas anteriormente.
Formalmente, nuestros países viven en la era de los Derechos Humanos, de la promoción de la igualdad y de la dignidad como denominador común de todos los hombres, sin ninguna distinción. Es más, el documento internacional en materia de Derechos Humanos de la región establece con respecto a los mismos:
Los Estados Parte en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.[7]
Ahora bien, es claro que “el papel todo lo aguanta”, más aún en materias tan ligadas al deber ser ideal de la sociedad, como lo son los derechos humanos, por lo que es preciso realizar un análisis con respecto a la situación de la población afrodescendiente como una en especial situación de vulnerabilidad producto de la ideología racista que aún predomina en nuestro medio. Para ello revisaremos una serie de casos al respecto:
Brasil fue el último país en la región en abolir la esclavitud, situación paradójica tomando en cuenta la alta cantidad de afrodescendientes que habitaban el país. Esta situación original de minoría blanca dominante – mayoría negra dominada ha encontrado su orden cardinal en las relaciones económicas del país. Y es que la presencia afrodescendiente en las élites y clases medias brasileñas es prácticamente inexistente, situación reforzada por su limitado acceso a la educación, entre otros.[8]
En países como Chile y Argentina, por su lado, se han institucionalizado prácticas informales desde la misma academia cuyo fin y motivo son la invisibilización de las comunidades afrodescendientes y sus tradiciones. Frases como “En este país no hay negros” son muestra de años de prácticas tendientes a establecer una tradición que busca exaltar lo blanco, occidental y europeo, menospreciando los aportes de la población afrodescendiente en los mismos y obviar su existencia.[9]
En Centroamérica y especialmente en Costa Rica, la cuestión racial ha sido un tema ampliamente controvertido, principalmente por la negación de las raíces negras de la población. Esta situación ha visto un cambio en los últimos años y con las generaciones más jóvenes, quienes por primera vez en décadas abrazan la africanidad de sus antepasados[10], con la resistencia de los círculos más conservadores y dominantes, quienes prefieren mantener la idea de “una Costa Rica europea”.
Estados Unidos es quizás el caso más crítico de la región en relación al racismo y violencia estructural contra afrodescendientes, la cual se evidencia en aspectos variados del ordenamiento estatal: los índices de pobreza, el acceso a la educación, la atención a la salud, entre otros.[11] Sin embargo, uno de los problemas más infames al respecto son la violencia policial y el establecimiento de perfiles raciales al momento de ejercer tareas de seguridad ciudadana.
Al respecto, la Comisión Interamericana ha señalado que encuentra un patrón inquietante sobre la concurrencia del uso de fuerza y su intensidad cuando de afrodescendientes se trata[12]. La misma se hace fuerte (y tristemente) evidente cada cierto tiempo, cuando noticias como la del asesinato de George Floyd vuelven a poner sobre la mesa la ineficiente o nula actuación de los órganos políticos estadounidenses para frenar esta situación cuando no existe presión mediática al respecto.
Asimismo, y en relación a la existencia de perfiles raciales, la Comisión ha establecido que “la población afrodescendiente en las Américas es más susceptible de ser sospechosa de cometer crímenes, perseguida por la policía, procesada y condenada”[13], indicio que pone en tela de juicio la imparcialidad desde la cual deben ejercerse las actividades de seguridad ciudadana y, más importante, la misma administración de justicia.
V. Conclusiones:
La trata transatlántica de esclavos marcó el inicio del fenómeno social que conocemos como la diáspora africana, el cual abarca el traslado/secuestro masivo y la ruptura de la relación que mantenía la población africana con su tierra materna. Esta situación puede ser considerada como uno de los más grandes crímenes de la humanidad, y forzó a los africanos y sus descendientes a formar nuevas expresiones de identidad y cultura para afrontar las humillaciones y maltratos en Abya Yala.
Una vez en el continente y a fin de mantener el orden colonial eurocéntrico se procuró institucionalizar una serie de patrones ideológicos que giren alrededor de la negación de la personalidad del “otro” africano y de la invalidación de sus expresiones y su riqueza cultural, en un proceso de deculturación. Esta cultura racista va a encontrar sus fundamentos tanto en la segregación misma como en la dominación formal y la impunidad sistematizada de la violencia.
Tras el fin de la esclavitud y la promulgación de normas legislativas y políticas positivas en beneficio de la población afrodescendiente en Abya Yala se ha vuelto común encontrar posiciones que nieguen la existencia de una cultura racista en el continente, visión que resulta inconsistente tomando en cuenta las diversas situaciones de dominación que persisten, las cuales van desde lo simbólico (representación, identidad) hasta lo meramente material (brutalidad policial, recursos económicos).
[1] Cabe aclarar que esta definición no abarca la totalidad de posibilidades y realidades alrededor del fenómeno de la diáspora, y se considera, más bien, una definición simple y restrictiva, posición que tomaré en el desarrollo de este trabajo. Al respecto, véase Mireya Fernández M., “Diáspora: la complejidad de un término”, Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura XIV (2: 2008), 305-326.
[2] Se puede revisar senda jurisprudencia a nivel regional y universal en relación a los desplazamientos forzados y las derivadas situaciones de especial vulnerabilidad. Véase, por ejemplo: personas dominicanas y haitianas expulsadas vs República Dominicana (Corte IDH).
[3] Gabriel Izard Martínez, “Herencia, territorio e identidad en la diáspora africana: hacia una etnografía del retorno”, Estudios de Asia y Africa XL (1: 2005), 92.
[4] Ibid.
[5] Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial (UN: Asamblea General, 1965), parte I, artículo 1, inciso 1.
[6] Amanda Pop Bol, “Racismo y Machismo: deshilando la opresión”, en Identidades: Rostros Sin Máscaras, coords. Morna Macleod y Luisa Cabrera Pérez-Amiñan (Guatemala: OXFAM-Australia, 2000), 112.
[7] Convención Americana sobre Derechos Humanos (OEA: Asamblea General, 1969), parte I, capítulo 1, artículo 1, inciso 1.
[8] Edward Telles, “Discriminación Racial y Mestizaje. La experiencia del Brasil”, Naciones Unidas, https://www.un.org/es/cr%C3%B3nica-onu/discriminaci%C3%B3n-racial-y-mestizaje (consultada el 18 de marzo de 2021).
[9] Jaime Gonzalez de Gispert, “"Aquí no hay negros": cómo se borró de la historia de Argentina y Chile el aporte de los esclavos y los afrodescendientes”, BBC Mundo, https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-48508342 (consultada el 18 de marzo de 2021)
[10] Lowell Gudmundson, “El Día de las Culturas y las raíces de los costarricenses. Los mulatos y las naciones en Centroamérica”, La Nación, http://wvw.nacion.com/ln_ee/ESPECIALES/raices/columgudm.html (consultada el 18 de marzo de 2021)
[11] Al respecto es preciso revisar el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, “La Situación de las personas afrodescendientes en las Américas” (OEA: 2011)
[12] Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Afrodescendientes, violencia policial, y derechos humanos en los Estados Unidos (OEA: Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 2018), 49
[13] Ibid., p. 51

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