Desde una perspectiva de Derechos Humanos
Daniella Alejandra Jara Vargas
Miembro principal del Círculo de Derechos Humanos - UNMSM
Sumario: I. Introducción. II. Conceptos básicos de diversidad sexual. III. El principio de igualdad y no discriminación. IV. “Terapias” de conversión. V. El caso peruano. VI. Conclusiones.
I. Introducción
Fue apenas en el año 1973 que la Asociación Estadounidense de Psiquiatría retiró la homosexualidad de su manual de trastornos mentales y la Organización Mundial de la Salud no haría lo propio hasta 1990. Sin embargo, más de treinta años después y, a pesar de una supuesta igualdad legal que no se refleja en la práctica, la población LGBTIQ+ sigue siendo atacada con discursos conservadores que impiden el ejercicio pleno de sus derechos humanos. Estos discursos nocivos que atentan contra la dignidad de las personas LGBTIQ+ suelen señalar que sus identidades son una enfermedad que pueden —y deben— ser cambiadas con el objetivo de encajar con lo que consideran normal, correcto y moralmente decente.
Conforme a lo señalado por las Naciones Unidas, las personas con orientaciones sexuales homosexuales e identidades de género distintas a su sexo registrado sufren no solo la discriminación, sino también la violencia e incluso diversas formas de tortura. Entre estas prácticas, se encuentran las llamadas “terapias de conversión” que toman la forma de exorcismos, tratamientos psicológicos a la fuerza y hasta violaciones [1].
En ese sentido, a continuación, realizaremos un repaso de los conceptos básicos de diversidad sexual para, posteriormente, analizar el Principio de igualdad y no discriminación como fundamento en la defensa de los derechos humanos de la población LGBTIQ+.
Asimismo, se estudiará el Informe presentado por el Experto Independiente sobre la protección contra la violencia y la discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de género, concretando los conceptos de “terapias” de conversión y los enfoques utilizados en las mismas. Finalmente, analizaremos el caso peruano a luces de la exigencia internacional de prohibir estas prácticas que atentan contra la integridad, salud y dignidad humana.
II. Conceptos básicos de Diversidad Sexual
Antes de referirnos de forma específica a las “terapias” de conversión, resulta pertinente desarrollar de forma concisa los términos esenciales de la diversidad sexual.
2.1. Sexo y género
El Comité de Naciones Unidas que monitorea el cumplimiento de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) ha establecido que el término «sexo» se refiere a las diferencias biológicas entre el hombre y la mujer, mientras que el término «género» se refiere a las identidades, las funciones y los atributos construidos socialmente de la mujer y el hombre y al significado social y cultural que se atribuye a esas diferencias biológicas [2].
Por lo tanto, comprendemos que, si bien ambos términos comúnmente son usados como sinónimos intercambiables, hacen referencia a realidades distintas.
2.2. Orientación sexual
De acuerdo con los Principios de Yogyakarta, la orientación sexual es la capacidad de cada persona de sentir una atracción erótico-afectiva por personas de un sexo y/o género diferente al suyo, o de su mismo sexo y/o género, o de más de un género o de una identidad de género no binaria, así como la capacidad de mantener relaciones íntimas y sexuales con otras personas. En otras palabras: la orientación sexual es determinada por el objeto del deseo y de afecto de las personas [3].
Es importante resaltar que esta atracción es independiente del sexo biológico o de la identidad de género, solo responde al deseo emocional y sexual de cada persona. En ese sentido, podemos identificar los siguientes tipos: heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad, pansexualidad, asexualidad, etc.
2.3. Identidad de género
De la misma forma que la heteronormatividad, la cual supone que todas las personas son heterosexuales, la cisnormatividad espera que todas las personas que nacen con genitales masculinos se identificarán como “hombres” y todas las personas que nacen con genitales femeninos se identificarán como “mujeres”. En la actualidad sabemos que esta linealidad y determinismo no existen [4].
En ese sentido, podemos entender a la identidad de género como la vivencia interna e individual del género de cada persona, esta puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo (que podría involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de técnicas médicas, quirúrgicas o de otra índole, siempre que la misma sea libremente escogida) y otras expresiones de género, incluyendo la vestimenta, el modo de hablar y los modales [5]. Podemos mencionar los siguientes tipos de identidades de género: cisgénero, transgénero, transexuales, no binarios, etc.
III. El Principio de Igualdad y No Discriminación como punto de partida para la defensa de los derechos de la población LGBTIQ+
La Declaración Universal de Derechos Humanos señala claramente en su artículo 2 que “Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.
Por su parte, a nivel regional, la Convención Americana de Derechos Humanos menciona en su artículo 1: “Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivo de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.”.
Es decir, todos los Estados partes han reconocido internacionalmente su obligación de asegurar el cumplimiento del principio de igualdad y no discriminación. Al tratarse de una norma de ius cogens, son de obligatorio cumplimiento y exigen, por un lado, que todas las personas puedan ejercer los derechos reconocidos en los pactos o tratados sin ningún tipo de discriminación; y por el otro, demanda de los Estados la obligación de garantizarlos y de no emitir leyes que sean discriminatorias [6].
Si bien la norma no declara específicamente a la orientación sexual y la identidad de género como categorías protegidas, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha declarado en el Caso Atala Riffo y niñas Vs. Chile que, al interpretar la expresión "cualquier otra condición social" del artículo 1.1. de la Convención, debe siempre elegirse la alternativa más favorable para la tutela de los derechos protegidos por dicho tratado, según el principio de la norma más favorable al ser humano.
Por ello, pese a que no son categorías expresamente mencionadas en los instrumentos citados anteriormente, a nivel internacional se ha reconocido la obligación de los Estados de no discriminar a las personas en razón de su orientación sexual y a la identidad de género [7].
IV. "Terapias" de Conversión
A pesar del compromiso de los Estados y del establecimiento de sus obligaciones internacionales de proteger a la población LGBT, lo cierto es que en la realidad no se ha alcanzado esta igualdad en la práctica y este colectivo es especialmente vulnerable, enfrentando constantemente discriminación y violencia. En ese sentido, pasaremos a profundizar acerca de una de las prácticas más dañinas y de las que no se ha escrito suficiente: Las “terapias” de conversión.
También denominadas como Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género (ECOSIG), pueden ser descritas como aquellas prácticas de muy distinta naturaleza, que comparten dos elementos en común: el primero de ellos es la idea en la que en las vidas LGBT existe algo que es o bien pecaminoso o bien antisocial o bien enfermo; es decir, que parten de un punto de vista que patologiza, criminaliza o concibe como pecaminosa las vidas LGBT. Y el segundo elemento es la noción que es deseable cambiar la naturaleza de las personas y que es posible hacerlo a través de algún tipo de intervención que implica esfuerzos para cuestionar esta forma de existencia humana [8].
Sin embargo, es fundamental precisar que estas prácticas no solo resultan terriblemente discriminatorias, sino que no tienen ningún tipo de respaldo científico. En 2012, la Organización Panamericana de la Salud señaló que las “terapias de conversión” no tienen justificación médica y representan una amenaza para la salud y los derechos humanos de sus víctimas, y en 2016, la Asociación Mundial de Psiquiatría llegó a la conclusión de que “no existen pruebas científicas sólidas de que se pueda cambiar la orientación sexual innata”. En 2020, el Grupo de Expertos Forenses Independiente declaró que la oferta de “terapias de conversión” es una modalidad de timo, publicidad engañosa y fraude [9].
En ese sentido, queda claro que, a pesar de que todas las orientaciones sexuales e identidades de género son válidas y respetables, se siguen asumiendo como perversas e inmorales aquellas que no coinciden con lo que la sociedad considera normal y adecuado, es decir, lo heterosexual y cisgénero. Esta errónea creencia de que es posible, y deseable, cambiar las identidades que no coincidan con este modelo conducen a terribles violaciones de derechos humanos con consecuencias atroces tan solo justificados por la ignorancia e intolerancia.
Por su parte, en el 2020, el Experto Independiente sobre la protección contra la violencia y la discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de género, Víctor Madrigal-Borloz presentó ante la Asamblea General de las Naciones Unidas un informe al respecto, especificando los distintos enfoques utilizados en estas prácticas:
4.1. Enfoque psicoterapéutico
Estas prácticas parecen sostenerse en la creencia de que la diversidad sexual y de género son el resultado de una educación o experiencia anormales como la ausencia de figura paterna o la presencia de una figura materna entrometida. Con el objetivo de corregir estas “desviaciones”, utilizan diversos tipos de terapia como la conductual, cognitiva, interpersonal o aversiva, siendo esta última bastante común y recurriendo a asociar los estímulos con sensaciones dolorosas o negativas. En otros casos, se recomienda a los sujetos que se masturben fantaseando sobre personas de otro género o recurren a la hipnosis [10].
4.2. Enfoque médico
Los enfoques médicos se apoyan en el postulado de que la orientación sexual y la identidad de género son consecuencia de una disfunción biológica congénita que se puede tratar de manera exógena. En el pasado consistían en lobotomías o en la ablación de los órganos sexuales, mientras que en la actualidad se basan sobre todo en enfoques farmacéuticos, como la medicación o la administración de tratamientos hormonales o corticoides [11].
4.3. Enfoque religioso
Por su parte, las organizaciones confesionales que promueven activamente las “terapias de conversión” y a menudo también las llevan a cabo se basan en la premisa de que hay algo inherentemente maligno en la diversidad de orientaciones sexuales e identidades de género. Entre los métodos utilizados se encuentran tratamientos de gran crueldad que incluyen golpizas, humillaciones, encadenamientos, prohibición de alimento, descargas eléctricas, etc. En ocasiones, las intervenciones religiosas se combinan con exorcismos al asociar la diversidad sexual y de género con fuerzas demoníacas [12].
V. El caso peruano: discursos conservadores y propuestas legislativas
Las "terapias de conversión" causan profundos traumas físicos y psicológicos a las personas que las sufren. Por ese motivo, los mecanismos de las Naciones Unidas de lucha contra la tortura han concluido que esas terapias pueden equivaler a tortura u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes. Sin embargo, estas prácticas aún se llevan a cabo en al menos 68 países, en todos los continentes, son “muy frecuentes” en África y “bastante frecuentes” en América Latina y el Caribe y en Asia [13]. Lamentablemente, Perú no es una excepción. En el primer estudio exploratorio sobre salud mental en personas LGBTIQ+ del Perú se determinó que, de las 323 personas que participaron en la encuesta, el 37% reportó haber pasado por prácticas de conversión. Asimismo, cerca el 62% fueron sometidos a estas prácticas siendo menores de edad y tan solo el 28.3% acudió por voluntad propia, los demás encuestados manifestaron haber sido obligados por familiares o autoridades religiosas [14].
Estas prácticas atroces atentan gravemente contra la integridad, salud y dignidad humana y producen graves consecuencias psicológicas a corto y largo plazo, es por ello que las Naciones Unidas han hecho un llamado internacional en busca de su prohibición. En nuestro país, el excongresista Alberto de Belaunde presentó el Proyecto de Ley 7052/2020-CR que buscaba prohibir los esfuerzos que pretendan cambiar la orientación sexual, identidad de género o expresión de género o atenten contra la libre autodeterminación de las personas. Sin embargo, ni siquiera llegó a ser debatido en el pleno del Congreso, estancándonos una vez más en un posible avance en materia de derechos humanos y permitiendo la desprotección de la población LGBTIQ+.
VI. Conclusiones
Las “terapias” de conversión parten de dos ideas claves: la vida de las personas LGBTIQ+ son pecaminosas y estas pueden —y deben— ser cambiadas. Sin embargo, lo cierto es que no existe una superioridad moral inherente a la cisheterosexualidad, la diversidad de orientaciones sexuales e identidades de género forman parte de la expresión natural de nuestra humanidad y no existe ninguna evidencia científica que demuestre la posibilidad de cambiarlo. Por el contrario, tan solo se han comprobado los traumas físicos y mentales que han sido generados por estas prácticas.
En ese sentido, corresponde resaltar el inmenso peligro en el que se encuentra la población LGBTIQ+ al ser sometido a los Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género (ECOSIG), si bien existen diversos enfoques: psicoterapéutico, médico y religioso, todos ellos atentan contra sus derechos humanos y, conforme a lo declarado por los mecanismos por las Naciones Unidas, son equivalentes a tortura u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Finalmente, al analizar el caso peruano, se han encontrado cifras alarmantes que demuestran que casi el 40% de los encuestados fueron sometidos a prácticas de conversión, la gran mayoría siendo aún menores de edad y obligados por familiares o autoridades religiosas. A pesar de ello y las obligaciones internacionales asumidas por el Estado, no se ha concretado la prohibición de las “terapias de conversión”, permitiendo aún el atropello de la salud, integridad y vida de las personas LGBTIQ+.
Referencias bibliográficas
[1] «Acabar con las "terapias de conversión", la lucha de un experto en derechos humanos», Naciones Unidas, acceso el 12 de junio del 2022, https://news.un.org/es/story/2022/02/1504082.
[2] Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Orientación sexual e identidad de género en el derecho internacional de los derechos humanos (ACNUDH – Oficina Regional para América del Sur: Chile, 2013), 2.
[3] UNODC et al., Nada Que Curar: Guía de referencia para profesionales de la salud mental en el combate a los ECOSIG, (Ciudad de México: UNAM, 2019), 9.
[4] UNODC, Nada que Curar…, 10.
[5] Oficina del Alto Comisionado, Orientación sexual …, 3.
[6] Defensoría del Pueblo, Derechos humanos de las personas LGBTI: Necesidad de una política pública para la igualdad en el Perú (Defensoría del Pueblo: Perú, 2016), 37-38.
[7] Organización de Estados Americanos, Reconocimiento de derechos de personas LGBTI (Comisión Interamericana de Derechos Humanos: EEUU, 2018), 27.
[8] Anahí Carrillo Garzón, «Entrevista a Víctor Madrigal Borloz: Terapias de conversión sexual como violación de Derechos Humanos», Iuris Dictio N°27 (2021), https://doi.org/10.18272/iu.v27i27.2309
[9] «Las “terapias de conversión” pueden equivaler a formas de tortura y deberían prohibirse, afirma experto de Naciones Unidas», Naciones Unidas, acceso el 16 de junio del 2022, https://www.ohchr.org/es/stories/2020/07/conversion-therapy-can-amount-torture-and-should-be-banned-says-un-expert.
[10] Asamblea General de Naciones Unidas. (2020). Práctica de las llamadas "terapias de conversión". Informe del Experto Independiente sobre la protección contra la violencia y la discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de género. (A/HRC/44/53), 11.
[11] Asamblea General de Naciones Unidas. Práctica de las llamadas "terapias de conversión” …, 12.
[12] Ibid, 13-14.
[13] «Acabar con las "terapias de conversión”», Naciones Unidas, https://news.un.org/es/story/2022/02/1504082.
[14] Alexandra Hernández Muro, Salud mental de personas LGBTQ+ en el Perú, (Lima: Más igualdad, 2019), 83-84
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