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Palabras que salvan vidas: hablemos del suicidio

Foto del escritor: Círculo de Derechos Humanos - UNMSMCírculo de Derechos Humanos - UNMSM

Josselly Mirella Pizango Chang

“Aquel Dios que manda en nuestro íntimo ser, nos prohíbe partir de este mundo sin su consentimiento.”

Cicerón


I. Introducción


Una de las grandes paradojas que aquejan a las personas vinculadas al tema que nos ocupa es que la preocupación en la vida sea la propia muerte. Hoy en día existen dos evidencias irrefutables sobre el tipo de muerte que se denomina suicidio. La primera es que el fenómeno de quitarse la vida por mano propia existió y existe con independencia del tipo de estructura social en el que se enmarque. La segunda refiere al hecho de que suicidarse expresa, en nuestros días, una de las tantas formas de morir que son de por sí, enigmáticas, más aún en cuanto, a priori, el acto mismo surge de una elección personal y, de esta manera, se encuentra imbricado en la trama de decisiones individuales.

En el mundo, más de 700 mil personas se quitan la vida al año tras numerosos intentos de suicidio, lo que corresponde a una muerte cada 45 segundos[1]. El suicidio es un problema de salud publica importante, pero a menudo desatendido y cuyo abordaje está rodeado de estigmas, mitos y tabúes. Cada caso de suicidio afecta gravemente no solo a los individuos, sino también a sus familias y a la comunidad, constituyéndose en un problema complejo y multidimensional en el que intervienen diversos factores: psicológicos, ambientales, sociales y biológicos; que suelen actuar de forma acumulativa para aumentar la vulnerabilidad de la conducta suicida.


Durante la pandemia de COVID-19 se generó un alto e innegable impacto en la salud mental de las personas al ocasionar distanciamientos, perdidas de seres queridos, cambios drásticos en la rutina, dificultades económicas, la forma como nos relacionamos con los demás y un clima de preocupación e incertidumbre, lo cual se ha convertido en un indicador de aumentos de casos de suicidios.


En el Perú, mueren más de 1000 personas al año por suicidio, además, se estima que, por cada acto consumado, otras 25 personas lo han intentado, es decir, tendríamos 25 000 personas en riesgo y, por ende, el mismo numero de familias comprometidas con esta problemática. Finalmente, debe señalarse que el suicidio ha pasado a ser la segunda causa de muerte en la población de entre 15 a 19 años[2].

El presente articulo pretende ser una especie de “guía” para los lectores, de modo que los lectores puedan advertir los factores que propician las conductas suicidas y las señales y/o alertas que muestran las personas para que puedan identificarlos y actuar a tiempo en pro de la prevención del suicidio.


II. ¿Qué es el Suicidio?


La Organización Mundial de la Salud (OMS) define al suicidio como el acto deliberado de quitarse la vida, iniciado y realizado por una persona en pleno conocimiento o expectativa de su desenlace fatal. Su prevalencia y los métodos utilizados varían de acuerdo a los diferentes países[3].


De igual manera, la OMS señala al suicidio como un problema multifactorial, que resulta de una compleja interacción de factores biológicos, genéticos, psicológicos, sociológicos y ambientales. No obstante, apunta que la prevención y el tratamiento adecuado de la depresión, abuso de alcohol y otras sustancias, así como de quienes han intentado suicidarse, permite la reducción de las tasas de suicidio[4].


En los últimos 45 años las tasas de suicidio han aumentado en un 60% a nivel mundial. El suicidio es una de las tres primeras causas de defunción entre las personas de 15 a 44 años en algunos países, y la segunda entre jóvenes de 10 a 24 años. Estas cifras no incluyen las tentativas de suicidio, que son hasta 20 veces más frecuentes que los casos de suicidio consumado[5], el aumento de este es preocupante para nuestra sociedad ya que estos datos nos indican que afecta en sobremanera a la población juvenil.


III. ¿A quiénes afecta?


Si bien el suicidio es una problemática que no discrimina edad, sexo o raza, existen ciertos factores o indicadores que hacen a ciertos grupos poblacionales más propensos a caer en conductas suicidas.


Según la OMS, unas 800 mil personas cada año, lo que representa una tasa estimada de 11,4 muertes por cada 100 mil habitantes. Las muertes por propia voluntad representan la segunda causa de fallecimientos entre los jóvenes de entre 15 a 29 años, después de los accidentes de tránsito.


No obstante, la agencia sanitaria de Naciones Unidas considera que dichas cifras pueden ser equivocadas, particularmente en razón del estigma y el tabú que rodean a este problema hace que no se denuncien a nivel mundial los casos de comportamientos suicidas no fatales. Se estima que sólo alrededor del 25% de quienes intentan quitarse la vida necesitan o buscan atención médica, según el documento “Prevención del Suicidio. Un instrumento para los profesionales de los medios de comunicación”, publicado por OMS[6].


Asimismo, según un informe de la OMS señala que “tener ocasionalmente pensamientos suicidas no es anormal. Estos son parte de un proceso normal de desarrollo en la infancia y adolescencia al tratar de elucidar los problemas existenciales cuando se trata de comprender el sentido de la vida y la muerte.”[7]


Las encuestas realizadas en dicho informe muestran que más de la mitad de los jóvenes que cursan estudios superiores secundarios informan que tuvieron pensamientos suicidas; de la misma manera, explica que la mayoría de personas que intenta suicidarse es ambivalente y no busca exclusivamente la muerte. Esta premisa supone que el suicida no quiere fallecer, sino que desea dejar de sufrir, lo que se complementa con la idea de que los niños de entre 8 y 11 años no tienen noción de que la muerte es para siempre y muchos adolescentes tampoco. Por eso, pueden llegar a pensar que cuando estén muertos, las personas que los hicieron sufrir recapacitarán y dejarán de provocarles dolor cuando resuciten[8].


Si bien, a nivel mundial las cifras apuntan a que los jóvenes y adolescentes son los mas propensos a mostrar conductas suicidas, en el Perú, la situación cambia. De acuerdo a un análisis realizado entre el periodo 1 de enero del año 2017 hasta 26 de noviembre del 2021, con datos secundarios del Sistema informático Nacional de Defunciones (SINADEF) del Ministerio de Salud, se advirtió que durante ese periodo de tiempo la cantidad total de defunciones fue de 778, 205 personas; siendo que de ese total se registraron 2,579 suicidios con necropsia de ley entre los años 2017-2021[9].


En dicho análisis se aplicaron ciertos criterios de inclusión y exclusión, siendo estos los siguientes[10]:


Criterios de inclusión:


- Personas inscritas en el (SINADEF) como causa de muerte violenta suicidio.


- Pacientes que registran como suicidios entre el 1 de enero de 2017 hasta el 26 de noviembre de 2021.


- Pacientes que registran como suicidios y además que cuenten con la necropsia de ley, para tener la seguridad sobre la causa de muerte y evitar sesgo de confusión.


Criterios de exclusión


- Suicidios que ocurrieron fuera del rango de los años a estudiar.


- Registros que no cuenten con todas las variables de estudio.


Diferentes autores tienen variadas conclusiones siendo que: (I) Borges, Orozco, Benjet y Medina, determinaron que el rango de edad más frecuente de los casos de suicidio es 20 - 39 años siendo las causas: por ahorcamiento (76%), arma de fuego (12%), envenenamiento (8%) y ahogamiento (1%)[11]. (II) Ocampo, Bojorquez y Cortez, identificaron las siguientes frecuencias: sexo masculino (80,1%), escolaridad primaria o menos (65,9%) y estado civil casado (49,9%)[12]. (III) Cuchara y Diaz, por su parte en los Estados Unidos determinó que las causas principales de suicidio son por ahorcamiento (31,2%), arma de fuego (20,3%), intoxicación por drogas (15,7%), edad promedio 44,5 años, sexo masculino (77,9%), uso de antidepresivos (20,1%), opioides (14,9%), y benzodiazepinas (12,9%)[13]. (IV) Conner, Azrael y Miller, sobre registros médicos establecieron que los casos de suicidios son mayores en hombres que mujeres, en personas mayores de 65 años (35,4%) y tipología ahorcamiento (75,3%)[14]. (V) En Nepal identificaron que el suicidio por ahorcamiento en hombres es (63%) y en mujeres (37%) ambos en su domicilio[15].


Asimismo, desde el año 2011 en Estados Unidos se ha emitido líneas de prevención del suicidio dentro de estas estrategias se refuerza la teoría que existe grupos de riesgo como adolescentes y jóvenes[16], grupos discriminados por su orientación sexual, etnias raciales entre otras[17], que dificultan un abordaje adecuado por el estigma cultural que existen en dichos grupos[18]; lo cual se puede asemejar a nuestro país donde existe un desentendimiento del gobierno central respecto a salud mental en el abordaje de esta problemática en grupos específicos y esto aún se agrava más cuando los grupos etarios de riesgo sufren de trastornos mentales, discriminaciones, bullying, abandono del estado, etc .


Es claro que existe una indiferencia total y un estigma muy difícil de solucionar de parte de las autoridades con la sociedad, haciendo que las intervenciones para la prevención del suicidio no sean las más efectivas en la actualidad. Así mismo en diferentes estudios se describe que las mujeres tienen una tasa más alta de intento de suicidio respecto a los hombres, quienes cuentan con una mayor cantidad de suicidios consumados[19]. Estos datos deben tomarse en cuenta para un efectivo enfoque y actuación estatal.


IV. Factores de riesgo


La situación de vulnerabilidad psicológica o mental, provocada por distintos factores, está íntimamente ligada con el riesgo de suicidio existente entre adolescentes. Esto no quiere decir que la existencia de algunos de estos factores determine un suicidio, pero son elementos a tener en cuenta.


Entre los factores de vulnerabilidad más comunes están los problemas familiares graves como situaciones de violencia o agresividad, abuso sexual, los problemas en la escuela, tanto en relación con las bajas calificaciones como el rechazo por parte del grupo de compañeros que, en algunos casos, se convierte en bullying o acoso escolar a través de burlas y agresiones. También pueden ser factores de riesgo las dificultades en torno a la identificación sexual y el temor a la reacción de la familia.


Con ello en mente, debe tomarse en consideración las situaciones y “sintomas” previos al suicidio. Por ejemplo, el desgano y desinterés, la tristeza y la soledad que pueden estar asociados a una depresión. En otros casos, los adolescentes manifiestan la depresión a través de un alto grado de excitabilidad. Hay algunos otros más observables como los cambios en la forma de alimentarse (pérdida o aumento de apetito) o los trastornos en el sueño[20].


Asimismo, el 90% de los suicidas hacen saber su intención de manera continua y de diferentes formas, por lo que es sumamente importante que familiares o amigos busquen ayuda de un especialista si ven comportamientos o escuchan frases que manifiesten la ideación suicida[21]. Algunos signos de alerta que hay que tener en cuenta son los siguientes:


- Cambios de carácter

- Enojo a agresividad

- Alta impulsividad

- Irritabilidad

- Tristeza prolongada

- Llanto frecuente

- Descuido en su apariencia personal

- Aislamiento

- Pérdida de la esperanza


V. ¿Cómo prevenirlo?


Como parte de las estrategias postuladas por el Ministerio de Salud se elaboró una guía diseñada para informar a las personas sobre esta problemática, la cual se ha incrementado durante el tiempo de pandemia por COVID-19, brindando herramientas para poder actuar en caso de presenciar y/o sospechar que algún conocido o familiar podría caer en una conducta suicida, el cual se puede leer en el siguiente enlace: http://bvs.minsa.gob.pe/local/MINSA/5689.pdf , en este documento podremos encontrar pasos para poder apoyar a una persona con riesgo de suicidio:

Observa:

· Identifica riesgos en el entorno de la persona.

· Está atento a las señales de alerta.


Escucha:

· Sé auténtico y empático.

· Evita juzgar o reprochar.

· Toma en serio las amenazas y muestra respeto.

· Habla sobre la idea de suicidio abiertamente y sin miedo.

· Pregunta sobre los motivos detrás de sus pensamientos.

· Ofrece apoyo emocional y soluciones alternativas.

· Acompaña e involucra a familiares y amistades


Es esencial asegurar la seguridad y bienestar de alguien en riesgo de suicidio, retirando objetos peligrosos y controlando el acceso a medicamentos. Después de una hospitalización, es importante respaldar la continuación del tratamiento y mantener contacto con el equipo médico para seguir las indicaciones, especialmente en épocas de pandemia. La continuidad del tratamiento es vital, ya que los pensamientos suicidas pueden volver, incluso durante períodos de mejora, y seguir apoyando el proceso de recuperación es fundamental para el bienestar y crecimiento de la persona.


Asimismo, el MINSA tiene habilitado una línea de ayuda siendo esta la línea 113 opción 5, en donde te brindaran la orientación y consejería necesaria en salud mental de forma gratuita y, además, esta línea de ayuda y soporte emocional funciona las 24 horas del día. De la misma manera se tiene el teléfono de ANAR Perú, siendo el 0800-2-2210, donde se brinda orientación psicológica, escucha y ayuda social y legal a niñas, niños y adolescentes de manera confidencial y gratuita. Adicionalmente, existen los Centros de Salud Mental Comunitaria del Ministerio de Salud (MINSA), donde brindan atención especializada en salud mental a nivel nacional.



VI. Reflexiones finales


Antes de culminar, se denota que es esencial cambiar el enfoque hacia estrategias efectivas de prevención del suicidio que prioricen la ayuda y el apoyo a quienes enfrentan esta dolorosa realidad. Incluso si el suicidio es una tragedia personal y social, castigar a quienes lo intentan o lo logran no corresponde a los principios de justicia y autonomía. Como sociedad, debemos buscar soluciones más compasivas que se centren en la prevención y el apoyo.


Al respecto, Hilda Marchiori sostiene que:


“Si el individuo se sustrae a sus obligaciones en la sociedad, el sobreviviente de suicidio podría ser sancionado en sus derechos civiles, por ejemplo: no podría aspirar a cargos de elección, cargos en la administración pública, tal vez en su derecho a votar. Es una respuesta institucional social-cultural una sanción moral general. Es una respuesta social al sobreviviente y también está dirigida a la familia, en este último caso protegiéndola de las graves consecuencias que provoca el intento de suicidio en el grupo familiar”. [22]


Hilda Marchiori presenta una perspectiva sobre las sanciones sociales y las restricciones a los derechos de los sobrevivientes del suicidio. Sin embargo, esta postura es contraproducente y va en contra de la integridad y los derechos básicos de quienes experimentan un profundo dolor emocional. La respuesta a estas situaciones debe ser con empatía, comprensión y enfoque en la recuperación y el bienestar de quienes están en crisis.


Es importante darse cuenta de que, en algunos casos, el suicidio puede considerarse la única opción viable para las personas que sufren un sufrimiento intolerable, especialmente en situaciones en las que hay una enfermedad incurable que no se puede revertir ni aliviar. Como sociedad, debemos aprender a comprender y abordar estas realidades complejas, respetando la autonomía de las personas y al mismo tiempo trabajando activamente para apoyarlas emocional y psicológicamente.


Además, es fundamental repensar nuestra perspectiva sobre la salud mental en el Perú. Es necesario realizar asesoramiento psicológico en colegios y centros educativos, así como revisar y mejorar los proyectos de prevención del suicidio para hacerlos más accesibles y eficaces en situaciones de emergencia. Nunca debemos olvidar que una llamada puede salvar una vida.



 

[1] “Día Mundial Para La Prevención Del Suicidio: Un Tema Que Sigue Rodeado de Estigmas, Mitos Y Tabúes - Universidad de Chile.” 2021. Uchile.cl. September 10, 2021. Disponible en: https://uchile.cl/noticias/179767/dia-mundial-para-la-prevencion-del-suicidio-un-tema-rodeado-de-mitos. [2] “Palabras Que Salvan Vidas. Hablemos de Suicidio.” 2022. Www.gob.pe. January 31, 2022. Disponible en: https://www.gob.pe/institucion/cenares/campa%C3%B1as/7393-palabras-que-salvan-vidas-hablemos-de-suicidio. [3] “Suprema Corte de Justicia de La Nación.” 2021. Suprema Corte de Justicia de La Nación. September 10, 2021. Disponible en: https://www.scjn.gob.mx/informate/dia-mundial-para-la-prevencion-del-suicidio-0#:~:text=La%20OMS%20define%20el%20suicidio,expectativa%20de%20su%20desenlace%20fatal. [4] Ibidem. [5] Ibidem. [6] Organización Mundial de la Salud, 2000. Prevención del Suicidio. Un instrumento para los profesionales de los medios de comunicación. Disponible en: www.who.int/mental_health/media/media_spanish.pdf [7] “SUICIDIO COMUNICACIÓN, INFANCIA Y ADOLESCENCIA. GUÍA PARA PERIODISTAS.” n.d. Disponible en: https://www.unicef.org/argentina/media/1536/file/Suicidio.pdf. [8] Ibidem. [9] Contreras-Cordova, Coco R, Joel I Atencio-Paulino, Carlos Sedano, Francklin Jhordy Ccoicca-Hinojosa, and Waldir Paucar Huaman. 2022. “Suicidios En El Perú: Descripción Epidemiológica a Través Del Sistema Informático Nacional de Defunciones (SINADEF) En El Periodo 2017-2021.” Revista de Neuro-Psiquiatría 85 (1): 19–28. https://doi.org/10.20453/rnp.v85i1.4152. [10] Ibidem. [11] Borges G, Orozco R, Benjet C, Medina-Mora M. Suicidio y conductas suicidas en México: retrospectiva y situación actual. Salud Pública México. 2010;52(4):292-304. [12] Ocampo R, Bojorquez I, Cortés M. Consumo de sustancias y suicidios en México: resultados del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones, 1994-2006. Salud Pública México. 2009;51(4):306-13. [13] Cuchara B, Diaz F. An 8-Year Retrospective Study on Suicides in Washington, DC. Am J Forensic Med Pathol. 2020;41(1):18-26. [14] Conner A, Azrael D, Miller M. Suicide Case-Fatality Rates in the United States, 2007 to 2014: A Nationwide Population-Based Study. Ann Intern Med. 2019;171(12):885-95. [15] Atreya A, Nepal S, Kanchan T. Study on Hanging with Brief Discussion upon Ambiguity in Method of Choice and Gender Differences for Completed Suicide in Existing Literatures in Nepalese Scenario. KUMJ. 2019;17(65):25-9. [16] Liu RT, Walsh RFL, Sheehan AE, Cheek SM, Carter SM. Suicidal Ideation and Behavior Among Sexual Minority and Heterosexual Youth: 1995-2017. Pediatrics. 2020;145(3):2019-2221. [17] Raifman J, Charlton BM, Arrington-Sanders R, Chan PA, Rusley J, Mayer KH, et al. Sexual Orientation and Suicide Attempt Disparities Among US Adolescents: 2009-2017. Pediatrics. 2020;145(3):e20191658. Doi: 10.1542/peds.2019-1658 [18] Xiao Y, Lu W. Temporal Trends and Disparities in Suicidal Behaviors by Sex and Sexual Identity Among Asian American Adolescents. JAMA Netw Open. 2021;4(4):2144-98. [19] Rosa CM, Nogueira LMV, Trindade L de NM, Rodrigues ILA, André SR, Silva IFS da, et al. Suicide in indigenous and non-indigenous population: a contribution to health management. Rev Bras Enferm. 2020; 73 (suppl 1). Doi:10.1590/0034-7167-2020-0186 [20] “SUICIDIO COMUNICACIÓN, INFANCIA Y ADOLESCENCIA. GUÍA PARA PERIODISTAS.” Op.cit. [21] “Palabras Que Salvan Vidas. Hablemos de Suicidio.” 2022. Op. Cit . [22] Marchiori, H., El suicidio. Enfoque criminológico. 3ª ed. México, D.F.: Ed. Porrúa, 2006, p. 135.

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